El telepredicador estadounidense Jimmy Swaggart ha fallecido a los 90 años. Conocido por su imperio mediático religioso y posteriormente por su confesión llorosa tras ser descubierto con prostitutas, su carrera encarnó tanto el poder como la hipocresía de las emisiones religiosas.

Auge y caída de un telepredicador
Jimmy Swaggart, el telepredicador estadounidense que construyó un imperio mediático religioso que colapsó tras escándalos sexuales, ha fallecido a los 90 años. El controvertido predicador murió el pasado martes y deja un legado complejo de influencia extraordinaria y caída espectacular.
De humildes comienzos a estrella mediática
Nacido en la pobreza en Louisiana como hijo de un predicador, Swaggart comenzó su ministerio dentro del movimiento pentecostal. Sus primeros sermones se realizaban desde camionetas antes de pasar a la radio y finalmente a la televisión en los años 70. Su estilo exuberante, caracterizado por apasionadas interpretaciones al piano y movimientos teatrales en el escenario, resultó perfecto para el emergente medio de la televisión religiosa.
El showman natural Swaggart era primo hermano de la leyenda del rock 'n' roll Jerry Lee Lewis. Este talento escénico le ayudó a reunir 20 millones de seguidores para su canal de televisión por cable y 800.000 suscriptores a su revista mensual The Evangelist. Fundó una megaiglesia en Baton Rouge con un colegio bíblico asociado y dirigió un lucrativo negocio de venta por correo de artículos religiosos.
Doctrinas controvertidas e hipocresía expuesta
Swaggart predicaba una doctrina fundamentalista que tachaba al catolicismo de "religión falsa", culpaba a los judíos de su persecución histórica y alentaba la violencia contra personas LGBTQ+. Durante la crisis del sida, calificó a la América moderna como "una era sucia, salvaje, podrida, malvada, impía y obscena", con la abstinencia como solución.
Su hipocresía quedó al descubierto en 1988 cuando detectives privados tomaron fotos de él saliendo de un hotel con la prostituta Debra Murphree, quien reveló que le había pagado por sesiones de desnudos. Esto ocurrió poco después de que Swaggart condenara públicamente a su colega telepredicador Jim Bakker por comportamiento similar, llamándolo "un tumor canceroso que debe ser extirpado de la iglesia".
La infame confesión llorosa
La confesión llorosa de Swaggart en televisión se convirtió en un momento icónico en la historia de las emisiones religiosas. Con labios temblorosos y lágrimas corriendo, suplicó perdón: "He pecado contra Ti, mi Señor. Pido que Tu preciosa sangre lave y limpie cada mancha". La emisión terminó con su esposa abrazándolo en un gesto escenificado.
Este momento fue posteriormente parodiado por Genesis en su canción Jesus He Knows Me, que ridiculizaba a los telepredicadores que "predican lo que no practican". Murphree calificó su actuación de "lágrimas de cocodrilo" y señaló que el predicador millonario inicialmente solo le había ofrecido $10 por sus servicios.
Legado de escándalo y resiliencia
A pesar del escándalo, Swaggart continuó predicando. Cuando en 1991 fue sorprendido en un control de tráfico con otra prostituta, desafió a los reporteros: "El Señor me ha dicho que no es asunto vuestro". Su ministerio sobrevivió pero nunca recuperó su antigua influencia, y sirve como advertencia sobre la intersección entre religión, medios y debilidad humana.
La muerte de Swaggart marca el fin de una era en el evangelismo televisivo estadounidense y cierra un capítulo sobre una de sus figuras más carismáticas pero moralmente comprometidas. Su historia sigue siendo un poderoso estudio de la tensión entre autoridad espiritual y debilidad humana.