
Secuestro masivo de militares en el sureste de Colombia
Al menos 34 militares colombianos han sido secuestrados por un grupo guerrillero armado en las densas junglas del sureste de Colombia. El incidente ocurrió después de un violento enfrentamiento en el que murieron 11 combatientes guerrilleros del EMC (Estado Mayor Central), una facción disidente de los antiguos rebeldes de las FARC.
Detalles del ataque
El secuestro se produjo después de que las tropas militares se vieran involucradas en combates con guerrilleros del EMC en una remota zona selvática conocida por el cultivo de coca. Según el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, los militares fueron emboscados por civiles armados durante su retirada. "Este es un acto criminal ilegal perpetrado por personas vestidas de civil", declaró Sánchez, calificando la acción como secuestro.
EMC: Facción disidente de las FARC
El EMC representa a exmiembros de las FARC que rechazaron el acuerdo de paz de 2016 entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. El grupo continúa involucrado en actividades criminales como el narcotráfico, la minería ilegal y los secuestros para financiar sus operaciones. Durante el reciente enfrentamiento, murió un alto comandante del EMC.
Escalada del patrón de violencia
Este incidente marca el segundo gran secuestro este año. En junio de 2025, 57 militares fueron retenidos como rehenes durante dos días antes de ser liberados en una operación militar. El ministro de Defensa Sánchez confirmó que el EMC fue responsable de ambos incidentes y utilizó al personal militar capturado como escudo humano.
Crisis de seguridad más amplia
El secuestro ocurre en medio de una escalada de violencia en toda Colombia. La semana pasada, 18 personas murieron y 40 resultaron heridas en ataques en Cali y Amalfi, atribuidos a varias facciones disidentes de las FARC. La región selvática del sureste ha sido durante mucho tiempo un punto crítico para la producción de coca y las actividades de grupos armados ilegales.
Implicaciones políticas
El presidente Gustavo Petro, quien fue guerrillero del M-19, prometió negociaciones de paz con grupos armados activos cuando asumió el cargo. Sin embargo, el reciente aumento de la violencia muestra los desafíos de su enfoque, especialmente dada la fragmentación de los grupos guerrilleros y su profunda participación en empresas criminales. Se espera que la situación de seguridad domine el discurso político de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.