Las personas confían más en individuos de entornos pobres que en los ricos, posiblemente debido a atribuciones morales compensatorias o señales sociales malinterpretadas.

La confianza es esencial para las relaciones saludables, pero las personas confían más en individuos de entornos más pobres que en los adinerados, según una investigación dirigida por la profesora de psicología Kristin Laurin de la Universidad de British Columbia.
En el estudio, más de 1.900 participantes jugaron un juego de confianza con perfiles ficticios de diferentes antecedentes socioeconómicos. Los participantes confiaron más en personas de grupos de ingresos más bajos, especialmente si sus problemas financieros se remontaban a su infancia.
Se plantearon dos posibles explicaciones: las personas compensan la desigualdad social atribuyendo más moralidad a los menos favorecidos, o interpretan erróneamente señales de independencia en los más ricos como egoísmo.
La investigación destaca cómo los estereotipos socioeconómicos influyen en la confianza, pero no confirma si estos prejuicios son justificados.