
El Pentágono ha comenzado este mes a despedir a personas transgénero del ejército por orden del gobierno de Trump. Incluso altos oficiales con más de veinte años de experiencia no escapan a esta política. "Esto daña nuestra seguridad nacional", afirma la coronel Bree Fram, una de las afectadas.
Fram ha servido más de veinte años en el ejército, incluyendo misiones en Irak. Es una de las militares transgénero de más alto rango. En dos semanas, se verá obligada a entregar su uniforme.
Con orgullo, Fram muestra su uniforme, que para ella representa más que solo su carrera. "Esto lo es todo para mí. Un uniforme cuenta la historia de una carrera, y esto es lo que soy". Se unió al ejército tras los ataques del 11 de septiembre, inspirada por luchar por las libertades que sus abuelos defendieron en Europa.
Se estima que 15,000 personas transgénero sirven en el ejército estadounidense, aunque el Departamento de Defensa no confirma cifras oficiales. La Casa Blanca ha ordenado su remoción completa, con baja honorable solo para quienes se presenten en dos semanas. El ejército también revisará registros médicos para identificar a militares transgénero no declarados.
Fram, que inició su transición bajo las políticas de Obama, ahora es despedida bajo los decretos de Trump, que califica a las personas transgénero como "no aptas" por "limitaciones médicas y mentales". Ella tilda estas afirmaciones de escandalosas y argumenta que socavan la seguridad nacional e ignoran las contribuciones de los militares transgénero.
La política ha generado demandas, y el Tribunal Supremo recientemente permitió su aplicación durante los procesos legales. Fram espera ser despedida pronto pero seguirá sirviendo hasta que sea llamada. "Cada día en uniforme es un regalo", dice.