
Las relaciones geopolíticas entre China y Estados Unidos se han vuelto cada vez más tensas, con analistas advirtiendo sobre una posible nueva Guerra Fría. La relación, antes caracterizada por la interdependencia económica, ahora está definida por la competencia estratégica, la acumulación militar en el Pacífico y disputas comerciales en aumento.
Históricamente, EE.UU. y China han mantenido una relación compleja desde la fundación de la República Popular China en 1949. La normalización de relaciones en los años 70 trajo esperanzas de cooperación, pero disputas persistentes sobre Taiwán, desequilibrios comerciales y reclamos territoriales en el Mar de China Meridional han mantenido alta la tensión.
En los últimos años, la relación se ha deteriorado drásticamente, especialmente bajo el liderazgo del presidente chino Xi Jinping y el ex presidente estadounidense Donald Trump. Las guerras comerciales de la administración Trump y el enfoque de la administración Biden en derechos humanos y restricciones tecnológicas han aumentado la presión.
La postura militar en el Pacífico, incluyendo la expansión agresiva de China en el Mar de China Meridional y la mayor presencia naval de EE.UU., ha generado preocupaciones sobre un posible conflicto. Ambos países invierten fuertemente en tecnología militar avanzada, alimentando una carrera armamentista.
Económicamente, las dos superpotencias siguen profundamente conectadas, con China como el mayor socio comercial de EE.UU. Sin embargo, los intentos de desacoplamiento, especialmente en tecnología y cadenas de suministro, sugieren un giro hacia la separación económica.
Expertos señalan que una Guerra Fría total no es inevitable, pero la trayectoria actual sugiere un período prolongado de rivalidad estratégica. Esfuerzos diplomáticos, como la cooperación en clima, ofrecen un rayo de esperanza, pero las tensiones subyacentes persisten.