
Las protestas en la ciudad norirlandesa de Ballymena derivaron ayer en violentos disturbios, dejando quince policías heridos, algunos de los cuales requirieron tratamiento hospitalario. La tensión surgió tras las acusaciones de una agresión sexual en la que estaban implicados dos chicos de 14 años, quienes comparecieron ante el tribunal ese mismo día. Los jóvenes, cuyas declaraciones fueron traducidas por un intérprete rumano, negaron los cargos.
Informes locales indican que individuos enmascarados lanzaron cócteles molotov, piedras y fuegos artificiales contra los agentes, mientras que casas y negocios fueron incendiados o destrozados. Dos vehículos policiales también resultaron dañados. Las autoridades calificaron los ataques como motivados por el racismo, lo que aumentó las tensiones en la comunidad.
Tras una vigilia pacífica y una marcha de protesta, un grupo escindido de individuos enmascarados comenzó a levantar barricadas y atacar edificios en la zona donde supuestamente ocurrió la agresión. Imágenes en redes sociales muestran ventanas rotas y intentos de incendiar cortinas. Tres residentes fueron evacuados de las viviendas afectadas, y los bomberos de Irlanda del Norte lograron extinguir los incendios.
Un hombre de 29 años fue arrestado en relación con los disturbios. La ministra de Justicia de Irlanda del Norte, Naomi Long, condenó la violencia y declaró: "Este tipo de desórdenes no tienen cabida en nuestra sociedad". El subinspector jefe de policía, Ryan Henderson, respaldó sus palabras y destacó las heridas y los daños materiales. Se ha abierto una investigación penal y se han enviado refuerzos policiales a la zona.